Wanwa, el niño y el perrito

Publicado en 23 octubre 2009 por Kenji

Hace algún tiempo hablé en el blog del Estudio 4⁰C. Un estudio en el cual lo principal es elaborar animación diferente y que se aleja del anime que solemos ver.

Uno de los cortos que más me gustan de este estudio lo descubría hace muy poco. Se llama Wanwa. Ignoraba su existencia, entre otras cosas porque la información que hay de él es escasa, por no decir nula. Sorprende que una producción de tan alta calidad artística, esté escondida y olvidada, ya no solo para los aficionados al anime o a la animación en general, sino también para todas aquellas personas que quieran saborear trece minutos de una intensa amalgama de colores, planos imposibles y dibujos al más puro estilo Picasso. Hay en este corto una mezcla seductora de experimentación estilística la animación del carácter individualista. Es algo verdaderamente impresionante lo poco que tiene que ver con el anime y todo lo relacionado con el arte de animación grandes estudios japoneses empeñados en darnos lo mismo de siempre.

La globalización llegó al anime y no es de extrañar que un estudio tan empeñado en hacer cosas diferentes como es 4⁰C un buen día nos regale un cortometraje que parece sacado de una ilustración de Faith Hubley, una neoyorquina que dedicó su vida a la animación y a la ilustración en las que no solo daba rienda suelta a su particular visión del mundo sino que fue una de las precursoras de la crítica social en los comics americanos.

Wanwa es precisamente el tipo de corto que a Hubley le hubiese gustado ver. Argumento maravilloso en el que vemos como las acciones se desarrollan y se ven a través de los ojos y la mente de un niño pequeño, que ve atónico como cada paso que da hay un pequeño o gran obstáculo, para después entrar en esa plácida tranquilidad que los pequeños adquieren después de una rabieta.

Shinya Ohira, su director, creó los fondos el mismo, además de realizar toda la animación. Su forma de animar fabulosa, mezclando directamente sobre el lienzo papel encolado de origami, cuerdas y otros materiales para crear una textura muy rica y hermosa. Hay secciones de la animación que incluso fueron animados utilizando lápices de colores. Es bonito comprobar que el autor amplía la temática de la animación basándose en los materiales utilizados para hacer la película. Sólo puedo decir que cada una de las imágenes individuales que ha creado son de una belleza impresionante y parece que podría funcionar igual de bien enmarcados en una pared como fotografías en secuencia.

Cuando a Shinya Ohira se le ocurrió la idea para esta historia, decidió que trataría sobre un niño y su cachorro, porque quería crear una película que pudiera ver su hijo. Lo consiguió. Logró captar la inocencia de un niños, “con sus realidades alteradas” que a veces son las más difíciles de entender para un adulto pero que vista con los ojos de un pequeño son fácilmente entendibles. Quizás es por eso, que es tan ameno de ver, por la delirante carrera de obstáculos del protagonista y por que cuando te sumerges en su mundo es como estar comiendo una copa de macedonia y al final bebes el zumo que dejan las frutas. Es un corto en el que se huele los aromas de los paisajes y esa sensación solo los grandes maestros de la animación son capaces de hacerlo. Si no me creéis, ya sabéis los que tenéis que hacer, adentrarse en el mundo de Wanwa.

Descarga el corto:

http://www.megaupload.com/?d=PLSY7TLG