Miyako Nomura: de la realidad a lo imposible
La obras de Miyako Nomura son de alguna forma una especie de bálsamo mediante el cual aquel que ve sus pinturas y obras puede contemplar el espacio físico como medio artístico, pero lo más curioso es que da la impresión de que va más allá con ella y algunas personas de apresuran a decir que incluso se puede apreciar algo metafísico en ellas.
Una obra llena de matices y de gran riqueza por que hay en ella una amalgama de estilos que la hacen bella y agradable. Líneas rectas perfectamente trazadas y puntos de vista imposibles. Otras imágenes son perfectos trazados circulares llenos de vida y color.
Al ver sus trabajos me he parado a pensar un rato y creo que todas y cada una de sus obras son auténticas odas a la cotidianidad. Imágenes que podríamos estar viendo y contemplando mientras una suave brisa se cruza en nuestro camino. Un gran puzle sin aparente sentido que conformarían un único lienzo lleno de vida. Es como si Nomura tuviese pensado ya de antemano el destino de l aquello que dibuja. Una flor, un frasco de perfume, una chica con el pelo al viento, una lámpara…
Algunos de sus dibujos son como pequeñas líneas de Nazca, trazadas sobre una superficie árida pero que a medida que se miran con detenimiento, en vez de dar una sensación de desasosiego por lo extrañas que son, crean una lenta pero sensacional sensación de placided.
Poco más hay que contar de esta mujer que se desmarca del tópico de que los artistas japoneses hoy en día únicamente basan su obra en la herencia pop y manga. Miyako Nomura nos enseña con sus tonos de colores a veces casi imposible de percibir por la gran similitud que de vez en cuando hay entre ellos que los ojos son capaces de ver más allá de lo que los autores aparentemente nos quieren mostrar.
